HISTORIA DEL BULLYING
El fenómeno como tal, seguramente debe haber existido desde el inicio de la era de las escuelas tal y como las conocemos en la actualidad. Fue durante el siglo XIX que surgió la idea de que los niños, de forma generalizada, debían asistir todos los días a la escuela. En México existen registros de que en el año de 1780 se inicio a gestar lo que hoy conocemos como escuela primaria, es decir, un espacio específico, con una distribución de tiempo apropiado, con grupos de alumnos de edades similares, con uno o más profesores preparados para ejercer esa actividad y con planes y programas de estudio cíclicos.
Es muy probable que justo desde esas fechas, al inicio de la etapa escolar de nuestro país, el acoso escolar se manifestara dentro de los recintos donde se recibía el conocimiento. Es muy simple, el fenómeno se desconocía y ninguna autoridad, bajo las formas de pensar de aquellos años, se interesaba por otra cosa que no fueran los conocimientos académicos, los cuales, por qué no decirlo, se impartían rigurosamente de forma memorística, es decir, se trataba de aprenderte mecánicamente todas las clases.
Los conflictos entre alumnos eran reprimidos con llamadas de atención o ignorados por considerarse juegos de niños.
De hecho en nuestro país, existía ¿O existe? La creencia de que era saludable dejar a los niños “endurecerse un poco” para que fueran conociendo “la realidad de la vida” y para que fueran aprendiendo a defenderse. Incluso los maestros de aquellos tiempos acostumbraban castigar actos de indisciplina poniendo motes humillantes, aplicando castigos físicos y dejando en evidencia a los alumnos acusados.
Existe muy poca información al respecto, es probable que nunca sepamos, de forma oficial, desde cuando se empezó a practicar el acoso escolar y tampoco podemos comparar las épocas de esos años con ahora. Sin embargo, de lo que sí estamos seguros, es que, en caso de existir víctimas de violencia y/o acoso escolar durante esos tiempos, su sufrimiento fue doble al no poder denunciarlo y no saber cómo se llamaba el tipo de agresión que recibía, ni de qué forma podían superarlo.
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